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6 de octubre de 2011

Del cielo y la tierra, la colección de arte popular peruano de Vivian y Jaime Liébana, de Alex Bryce, Billy Hare, Luis E. Freire y Ramón Mujica

Del cielo y la tierra, la colección de arte popular peruano de Vivian y Jaime Liébana, de Alex Bryce, Billy Hare, Luis E. Freire y Ramón Mujica, muestra una riquísima colección de objetos de arte popular que provienen de todas las regiones de nuestro país.


Esta publicación recoge una extensa muestra de arte popular que proviene del la costa, la sierra y la selva del Perú, y que abarca una vasta cronología que va desde el siglo XVI hasta el presente. En la mayoría de los casos, se trata de “piezas únicas” asociadas a usos y costumbres desaparecidos o en extinción.

La colección incluye imaginería en piedra de Huamanga, keros virreinales y republicanos, máscaras antiguas utilizadas en danzas populares, coronas de bailarines andinos, bastones de
alcalde (varayocs), pinturas rurales cusqueñas en yeso (Santos Juanes y Santiago protectores del ganado), retablos ayacuchanos, tablas narrativas de Sarhua, toros de Pucará, etc.

Tiene, además, retratos populares, cuernos tallados y burilados, esculturas de ángeles y santos de diversa data y material, frontis de altar pintados en cuero, floreros “coloniales”, cruces andinas de camino, muebles cusqueños con ornamentos manieristas, rarísimos huacos vidriados del llamado periodo transición inca (siglo XVI).

Los usuarios originales de las piezas fueron la nobleza indígena, mestiza o criolla regional. y los pastores y campesinos de la sierra central o surandina quechua hablante y aimara.

Primera edición 2011
Formato : 24 cm. x 26 cm.
Páginas : 200

16 de octubre de 2010

Chicha peruana: una bebida, una cultura, editado por Rafo León y fotografías de Billy Hare

Chicha peruana: una bebida, una cultura, editado por Rafo León y fotografías de Billy Hare, fue elegido el 2009 como Mejor Libro de Historia de Bebidas en el Mundo en el Gourmand World Cookbook Awards.

La introducción está a cargo de Rafo León y Antonio Zapata. Luego se presentan investigaciones como "Norte, chicha y sol" de Lupe Camino, "Chicha: vitalidad en los andes" de Moraima Montibeller Ardiles, "Lima, chichera y mazamorrera" de Isabel Álvarez Novoa, "El masato: la civilización de lo silvestre" de Irma Tuesta de García, Pedro García Hierro y Malena García Tuesta; y "Chicha: de la bebida a la cultura" de José Antonio Lloréns.




Confundida con un licor recreativo por los conquistadores, que la pusieron al mismo nivel que cervezas o aguardientes, la chicha, prolongación “sanguínea” del sagrado maíz, poseía funciones rituales que se han mantenido en los Andes y en la Amazonía.


 

Los recipientes ceremoniales ancestrales, que se usaron para consumir chicha en tiempos precolombinos, nos definen un uso ritual y religioso de la bebida; pero también sabemos que la chicha era consumida como alimento, como medicina, como recurso mágico y como elemento socializador de las fiestas comunales. La chicha no solo cumple un papel socializador sino que relaciona el mundo de los vivos y los muertos, siendo la embriaguez la zona límbica que une a ambos.


Con la influencia de la Colonia, su campo de acción alcanzó también el deleite, destacando el papel de las chicherías en el desarrollo de las gastronomías regionales.

Aquí les ofrecemos un fragmento del libro:


"Los objetos utilitarios que componían el menaje tradicional para la producción de chicha son los siguientes:

Ollas chicheras: Se empleaban las elaboradas de arcilla, en número de cuatro; cada una podía llegar a medir hasta 46 centímetros de alto por 36 de ancho. Por el impacto del calor que debían soportar, estas ollas eran renovadas cada cuatro meses.

Tinajas: De arcilla, miden 60 centímetros de alto por 50 de ancho. Generalmente se contaba con dos a seis de estas. Su uso se mantiene vigente, sobre todo para enfriar el líquido.

Cántaros: Se usaban dos o tres para fermentar el líquido y para transportar la bebida. Actualmente solo se emplean en el proceso de la fermentación.

Guás o umás: El primero es un vocablo probablemente mochica y el segundo, con el significado de cabeza, provendría de un quechua corrompido. Calabazas de hasta 50 centímetros con una profundidad de 60 centímetros. Se usan para enfriar o ventear la chicha, acondicionadas con un palo o vara a manera de una gran cuchara.

Lapas: Lagenarias de formas alargadas usadas como plato para servir el piqueo o trama con que se acompaña la chicha. Aún se emplean en el campo y sirvieron para cambiar chicha por pescado en las playas de Sechura.

Potos: Calabacitas para servir y beber la chicha. Hasta hoy, si se desea halagar a alguien, se trae un poto nuevo y se hace un homenaje: “Sírvele en un poto de estreno”.

Cojuditos: Recipientes más pequeños que los potos, son comunes en los pueblos para beber en menor cantidad, para que la privadora o probadora haga su labor, o para que los niños consuman la bebida."

 

Primera edición 2008
Formato: 23 cm. x 28,5 cm.
Páginas: 237