27 de febrero de 2014

Cocina de laboratorio químico versus cocina local, de Jörg Zipprick



¿A quién se le antoja un poco de E 407, E 412, E 461 ó E 473? ¿O éster de poliglicerol, maltodextrina y la enzima adhesiva transglutaminasa? ¿Saborizantes, colorantes azoicos y sabores creados en el laboratorio? Cualquiera que alguna vez haya leído la etiqueta de un alimento comprado en el supermercado le podrían parecer conocidas estas sustancias. Se trata de ingredientes de alimentos de bajo precio concebidos para durar el mayor tiempo posible sin perder su color, forma, aroma y sabor. Sin embargo, en los últimos diez años numerosos artículos del catálogo del cual eligen alimentos los químicos han salido del ámbito de la comida preparada y ahora también se encuentran en los restaurantes. No sólo se usan en los comedores populares, sino también – e incluso muy a menudo– en restaurantes de primera categoría.

El propósito de este libro es descifrar en un primer paso los aditivos y métodos de preparación que usan los cocineros actuales y luego responder algunas preguntas como, ¿quiénes promueven estos métodos? y ¿quiénes se benefician de ellos?